Temor de padres de familia por Ollas Criminales en las Escuelas
En las entrañas de Bogotá, barrios como San Bernardo y María Paz se han convertido en escenarios de una realidad alarmante que pone en riesgo el futuro de miles de jóvenes. La proliferación de «ollas criminales» en las inmediaciones de colegios y universidades ha generado un coctel explosivo de violencia, consumo de drogas y delincuencia juvenil. Estas estructuras criminales, arraigadas en los tejidos sociales de estos barrios, han convertido los trayectos escolares en una peligrosa odisea para los estudiantes, quienes se ven obligados a sortear pandillas, puntos de venta de estupefacientes y actos de violencia.
La presencia de estas ollas no solo atenta contra la seguridad física de los jóvenes, sino que también los expone a un mundo de tentaciones y peligros que pueden marcar sus vidas de manera irreversible. La corrupción, la falta de oportunidades y la ausencia de un tejido social fuerte han facilitado el crecimiento de estas organizaciones criminales, las cuales encuentran en la juventud un terreno fértil para reclutar nuevos miembros. Las autoridades, conscientes de la gravedad de esta problemática, han intensificado sus operativos para desarticular estas estructuras criminales.
Sin embargo, la erradicación de las ollas requiere de un enfoque integral que aborde las causas profundas de la violencia y el crimen, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades. Es fundamental fortalecer la presencia del Estado en estos territorios, invertir en programas de prevención y reinserción social, y promover la participación activa de la comunidad en la construcción de entornos seguros y saludables para los jóvenes. Solo así podremos garantizar que nuestros niños y adolescentes puedan crecer y desarrollarse en un ambiente libre de violencia y con oportunidades reales de futuro.