Bernardo está cumpliendo una condena de 20 años en la cárcel La Picota, en Bogotá, por el homicidio de su expareja sentimental, un hecho que marcó un antes y un después en su vida.
Cuando ocurrieron los hechos, optó por huir del país y se trasladó a Venezuela con la esperanza de evitar ser capturado. Sin embargo, su libertad duró poco. A los pocos días fue detenido por las autoridades venezolanas, y tras una serie de traslados por diferentes centros penitenciarios en Colombia, finalmente llegó a La Cárcel Picota, en la ciudad de Bogotá, donde permanece recluido hasta hoy.
Desde muy joven, Bernardo había sentido un gusto especial por la cocina. Sin embargo, fue en prisión donde ese gusto se transformó en una verdadera pasión y en un propósito de vida. Comenzó a estudiar gastronomía a través de un programa de resocialización para internos, se graduó con honores y, con disciplina y esfuerzo, escribió un libro en el que recopiló sus mejores recetas. Hoy en día, es el chef principal del penal, una figura muy querida y respetada entre los reclusos y el personal.
Bernardo, chef de La Picota
Cada fin de semana, cuando las visitas familiares llegan al penal, los platos de Bernardo se convierten en protagonistas. Su comida se vende dentro de la cárcel y es esperada con entusiasmo por muchos. Para él, cocinar es una forma de redimirse, de servir a otros, y de transformar el ambiente carcelario con un poco de esperanza y humanidad.
Aunque está pagando por un error irreparable, Bernardo cree en las segundas oportunidades. Sueña con salir, reencontrarse con su familia y construir una nueva vida junto a su actual pareja, quien lo ha acompañado fielmente. Su historia es, ante todo, una muestra de que el cambio sí es posible, a pesar de las malas decisiones que tomo en el pasado.