Desatando una guerra sin cuartel que ha sumido a la entidad en un estado de caos y terror. La alianza estratégica entre Ismael «El Mayo» Zambada y Aureliano Guzmán «El Guero» ha reconfigurado el tablero criminal, presentando un desafío sin precedentes a la facción liderada por los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán, conocidos como Los Chapitos. Esta nueva dinámica ha intensificado la rivalidad entre las facciones, desencadenando una espiral de violencia que se extiende por todo el estado.
Ejecuciones sumarias, emboscadas, enfrentamientos armados y extorsiones se han vuelto moneda corriente, mientras que las disputas territoriales por el control de las rutas del narcotráfico y las plazas han generado una inestabilidad social y económica sin precedentes. La población civil, atrapada en medio de este conflicto, vive atemorizada y ha sido blanco de ataques indiscriminados, lo que ha generado un clima de inseguridad que ha obligado a muchos a abandonar sus hogares.

El futuro de Sinaloa pende de un hilo, mientras estos poderosos enemigos libran una lucha a muerte por el dominio del territorio. La escalada de violencia plantea interrogantes sobre la capacidad del Estado mexicano para contener esta espiral de violencia y restablecer el orden en una entidad que se ha convertido en un campo de batalla entre los cárteles.
La fragilidad de las instituciones, la corrupción y la falta de presencia del Estado en muchas regiones han facilitado la expansión del crimen organizado y han dificultado la aplicación de la ley. Es imperativo que las autoridades tomen medidas contundentes para desarticular a estas organizaciones criminales y garantizar la seguridad de la población.